viernes, 9 de enero de 2009

PAISAJES MEDITERRANEOS DE IDA Y VUELTA. (11) LA LLEGADA DEL TURISMO DE MASAS. EGIPTO (1907) EN LA MIRADA DE PIERRE LOTI.

A muchas personas les parece que la irrupción del turismo de masas en los países mediterráneos ha sido asunto reciente, pero no es tal. Aunque nunca alcanzó los cien millones de visitantes, hoy día es el primer destino turístico mundial, ya existía como moda minoritaria de la aristocracia y gente bohemia de los siglos XVIII y XIX, y el "Mar Nuestro" ya se convirtió en el lugar de turismo masivo de la burguesía de los países occidentales a principios del siglo veinte.

Así lo constata el escritor Pierre Loti en su libro de viajes “Egipto. El fin de una época”. Esta publicación tiene sus curiosidades. Ya entonces, las primeras edificaciones turísticas de estilo arquitectónico cosmopolita (los lujosos hoteles Palace o Palacio de estética modernista), llegan a lugares muy remotos, y quiebran la armonía de la arquitectura autóctona. A la vez, irrumpen otros elementos del turismo de masas como son: los barrios turísticos y sus paseos marítimos y fluviales, las tiendas de souvenir, los guías y cicerones locales, los primeros parques temáticos y los primitivos cruceros (marítimo y fluviales) que transportan masivamente a los viajeros extranjeros.

Claro está que aún había lugares para visitar que conservaban la naturalidad de su ambiente primigenio, con el encanto que de ello se derivaba. Uno de éstos era la necrópolis egipcia de Tebas:

“Tebas, la ciudad momificada, está rodeada aún de extensiones apacibles. En todos los contornos nada precisa nuestros tiempos modernos. Aquí y allá, entre las palmeras, solamente algunas aldeas de labradores, más allá campos de trigo que envuelven el bosque de palmas verdes y, detrás, la cordillera del desierto arábigo con una viva coloración coralina, todo debió ser similar en tiempos faraónicos”.

Sin embargo, ya había otros lugares donde la contaminación del turismo de masas había alterado este paisaje secular. Uno de ellos era Luxor:

“Este arrabal de la ciudad real, este otrora soberbio templo faraónico, aparece ahora empequeñecido por el Winter Palace (Hotel Invierno Palacio), un hotel colosal, precoz producto del modernismo, que parece haber germinado como por encanto a las orillas del río Nilo, Construido en zinc, yeso y tapial, sobre una armazón de hierro, desfigura lamentablemente la aldea árabe que todavía queda en pie, con sus casitas blancas, su pequeño alminar y sus palmeras…”

“El muelle junto al río es el embarcadero de una larga fila de cruceros turísticos, especie de cuarteles de dos o tres pisos, que infestan el Nilo hasta las cataratas de Asuán. Sus silbatos, sus motores de rueda y sus dinamos para la electricidad arman un intolerable estruendo trepidante. Las agencias, celosas por restituirles un cierto color local, les han dado apelativos como Sesostris, Amenofis y Ramsés El Grande.
Hay además remeros que nos invitan a pasear hasta la otra orilla en sus barcas, empavesadas con banderitas de algodón o papel, mientras nos entonan canciones indígenas acompañándose de un tambor”

“Cerca del hotel hay un zoco nuevo donde se vende todo eso con que se disfrazan los turistas: abanicos, cazamoscas, cascos y gafas azules. Y, a miles, fotografías de las ruinas faraónicas. Por añadidura, es la trastería del Sudán, con negros vendiendo viejos cuchillos, pieles de pantera y cuernos de gacela, e incluso de la India, con hindúes vendiendo sedas de Cachemira. Por su parte, los egipcios se dedican a vendernos féretros, supuestas momias y manos de muertos de misterioso aspecto y otras mil cosas inquietantes”

Al arribar a la ciudad de Asuán, fin de trayecto de estos cruceros turísticos a través del río Nilo, Pierre Loti queda admirado con la transformación de la ribera fluvial en un paseo marítimo de estilo británico:

“El muelle ha sido arrasado llanamente por un rulo, y a la sombra de una fila de árboles jóvenes plantados en buen orden, hay flores y un césped tirado a cordel, defendido eficazmente con alambres…
Cada cincuenta metros hay un agente de policía, que fija sus ojos vigilantes en todas las cosas. Todo está aquí numerado y rotulado: los burros, los burreros, los camellos provistos de sillas de amazonas, y sus paradas. Al otro lado del paseo se alinean los hoteles y las tiendas, todos a la europea, donde se puede ir a la peluquería o tomar un whisky”

De nuevo aparece el bazar, donde se amontonan las tiendas de souvenir, ofreciendo otros artículos que los turistas viajeros no hayan adquirido en paradas anteriores:

“Los tenderos de Asuán nos ofrecen los que dicen que son los últimos cocodrilos del Nilo, pendidos de la cola y embalados artísticamente con paja”

“El fútil espectáculo de las cataratas que formaba el río Nilo al llegar a Asuán han sido sacrificado por Albión (Inglaterra) al rendimiento que proporciona una presa artificial, de sólida mampostería, que reteniendo las aguas permite regar mejor y más ampliamente las tierras situadas más abajo… Esta presa también ha anegado la Isla de File, que pasaba por ser una de las maravillas del Mundo con motivo de su gran templo de Isis entre las palmeras. Aunque los turistas no tienen por qué preocuparse, en todas las librerías se venden bonitas postales en colores de cómo fueron estos paisajes antaño”

Un atractivo añadido es la cercanía, justo cuando acaba la población de Asuán y comienza el desierto, de un parque temático hacia el que pueden desplazarse cómodamente a pie los visitantes:

“A un egiptólogo inglés se le ha ocurrido, justo donde comienza el desierto, plantar grandes piedras con jeroglíficos, extraídas de las excavaciones locales. Están numeradas de la 1 a la 363 y forman un itinerario señalizado con flechas pintadas en el suelo. A cada visitante se le da una guía de mano donde puede traducir en inglés las antiguas inscripciones egipicias de cada una de ellas”

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