martes, 6 de enero de 2009

PAISAJES MEDITERRANEOS DE IDA Y VUELTA. (10) EL AGUA EN LA CIUDAD SEGÚN LA MIRADA DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA.

La civilización mediterránea ha tenido, como una de sus señas de identidad, una forma propia de gestionar recursos naturales como el agua.

El escritor Antonio Muñoz Molina, recordando su infancia en su Úbeda natal, resume con esta bella y concisa frase cómo era la gestión ancestral del agua en la cultura mediterránea:

“El agua era tan trabajosa de obtener, que se administraba con una precaución en la que había algo de respeto religioso”

Hoy día el agua es casi invisible en las ciudades. Un complejo sistema de ingeniería hidráulica la trae desde muy lejanos embalses. Llega a nuestros hogares a través de tuberías subterráneas, y sale de la misma forma con dirección a recónditas depuradoras. Por el contrario, hasta mediados del siglo veinte el agua estaba omnipresente en el paisaje urbano y doméstico.

En la vida al aire libre, en calles y plazas, el agua era una mercancía cotizada. Había que comprarla (a los aguadores que la transportaban en grandes cántaros a lomos de sus burrillos) o ir a por ella casi diariamente:

“El agua se traía diariamente en cántaros de las fuentes públicas o de los manantiales cercanos. A las fuentes iban las mujeres con los cántaros apoyados en las caderas, y alrededor del caño había siempre, sobre todo, en verano, un rumor fresco de conversaciones, risas y zumbido de avispas”

El agua era, además, indispensable para la limpieza de las prendas de vestir y los hogares. Existían lavaderos públicos en muchas poblaciones, donde se congregaban las mujeres a lavar la ropa frotándola a mano. Otras utilizaban para tal fin las orillas del río o arroyo cercano. Sólo las que tenían un aljibe o depósito de agua en sus casas usaban el fregadero propio, instalado en el patio o la azotea. Dentro de los hogares, como ahora, los sábados eran los días de colada. Se precipitaban entonces a la calle pequeños torrentes espumosos de jabón. El fuerte olor a lejía y a polvos de blanquear invadía el aire y penetraba hasta el último rincón de las casas.

Las calles estaban construidas desde la edad media con dos ángulos inclinados y un canal en el centro de la calzada para evacuar tanto los vertidos domésticos como las aguas de lluvia. El agua que circulaba por la calle se oía siempre, con mayor o menor intensidad, en los hogares vecinos:

“Por el centro de las calles empedradas discurría un canalón con las aguas que se vertían desde los hogares, con las lluvias intensas el agua corría como un arroyo por el centro de la calle y descendía retumbado a las zonas más bajas”

En los prolongados meses de sequía y calor, el agua seguía estando presente en calles y plazas, pero de una forma distinta. Al amanecer o a la caída de la tarde se regaban azoteas, patios, aceras de la calle y el albero de plazas y jardines, para aligerar el calor acumulado durante el día. Lo hacían los propios vecinos y, algunas décadas después, camiones cisternas municipales que regaban cada calle, y lo ofrecían como un servicio ciudadano básico e indispensable, antes de que se generalizaran los aires acondicionados:

Los jardines, recién regados, tenían un olor a tierra que nos traspasaba una memoria súbita de las acequias (de las huertas próximas)”

“Las mujeres regaban con agua los pavimentos terrizos y empedrados de las puertas de sus casas, y sacaban sus sillas y butacas para tomar el fresco, organizándose tertulias entre el vecindario que se prolongaban hasta la madrugada”

La arquitectura de los pueblos mediterráneos estuvo asociada durante siglos al agua. En pequeñas islas y zonas más áridas, junto a cada vivienda había un aljibe, cada uno con su forma propia. Allí donde había un lago subterráneo, cada vivienda tenía un pozo en el patio. Y, dentro de las casas, el agua se almacenaba en el lugar más sombrío y apropiado, cuidándola como un tesoro que no había que desperdiciar:

En los lugares más frescos y en penumbra se guardaban los cántaros y botijos de barro, que tenían una protectora frialdad…”

“En casi todos los patios de las casas había un pozo de agua salobre, siempre transparente y helada”

La generalización de la moderna ingeniería hidráulica nos ha liberado de la servidumbre del agua próxima y escasa, y de su omnipresencia, a la vez que ha transformado drásticamente los paisajes domésticos de las casas tradicionales:

“Los grifos empezaron a entrar en las casas hacia los sesenta, en la misma época en que llegaban los televisores, nos empezaron a proveer sin esfuerzo de un agua corriente que parecía que nunca iba a faltar… al mismo tiempo se fueron encementando los patios, muchos pozos fueron cegados, y aquel agua salobre se perdió para siempre”

Pero no sólo llegaron los grifos y se encementaron los patios, sino que se fue perdiendo todo un utillaje y una artesanía secular para el almacenamiento y disfrute del agua en la ciudad mediterránea. La aljofifa fue cambiada por la fregona. El lavadero por la lavadora. El fregadero por el lavavajillas. El tendedero por la secadora eléctrica. El botijo por el agua conservada en el frigorífico. Y la tertulia vecinal al aire libre en las calles recién regadas en verano, por las largas veladas en soledad ante el televisor, con el aire acondicionado a plena potencia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo en mi niñez, como mis tios sumerguian el cantaro, el botijo o la sandia en el las profundidades del pozo. Cuando nos apetecia, o a la hora de comer subiamos el botijo o la sandia, que nos ayudaba a soportar las calores estivales.
En otros municipios, como en Estepa, la población se abastecia de distintas fuentes. Una de aguas de buena calidad, y otra de aguas más duras. La cercania y el precio de los aguadores o marcaba el estatus social de quien la consumia.

Anónimo dijo...

Os dejo algunos fragmentos bíblicos donde se observa la relación que tradicionalmente han tenido la mujer y el agua.
1. Rebeca acarreando agua para el consumo de la casa
Génesis 24:11,13,15,16,18,19, 20 y 22. El criado de Abraham hizo arrodillar los camellos
fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, la hora en que salen las
doncellas por agua. He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones
de esta ciudad salen por agua. Rebeca, la cual salía con su cántaro sobre su hombro,
descendió a la fuente, y lleno su cántaro, y se volvía. Cuando el criado de Abraham le
pidió un poco de agua para beber, entonces ella se dio prisa a bajar su cántaro sobre su
mano, y le dio a beber, y le dijo: tambien para tus camellos sacare agua, hasta que acaben
de beber. Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y saco para todos
sus camellos. Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que pesaba medio
ciclo, y dos brazaletes que pesaban diez.
2. Séfora y sus hermanas acarrean agua para las ovejas
Éxodo 2: 15,16 y 17. Huyendo moisés de Faraón, habito en la tierra de Madian. Y estando
sentado junto al pozo, siete hijas que tenia el sacerdote de Madian vinieron a sacar agua para
llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre. Mas los pastores vinieron y las
echaron de allí; Entonces Moisés se levanto y las defendio, y dio de beber a sus ovejas.
3. La mujer Samaritana llevando agua para el consumo de su casa
Juan 4: 6,7,11 y 15. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se
sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y
Jesús le dijo dame de beber. (La mujer sorprendida le pregunto porque le pedía agua si judíos
y samaritanos no se hablaban, Jesús le dijo que él podía darle una mejor agua de la que ella
estaba acarreando) La mujer le dijo: Señor, no tienes con que sacarla, y el pozo es hondo. ¿De
donde, pues, tienes el agua viva? (La mujer seguía sin entender a que agua se refería Jesús)
La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Pensemos en las condiciones que rodeaban la tarea de acarrear agua para el consumo, la limpieza el cuidado de
los animales que Rebeca, Séfora, la Samaritana y todas las mujeres de los países subdesarrollados tienen que afrontar. Decididamente Gestión del agua=gestión de género.
Feliz año¡¡¡¡
Pilar Joya

Anónimo dijo...

Me habéis dejado impresionado los intelectuales sureños. Feliz año.