lunes, 5 de enero de 2009

PAISAJES MEDITERRANEOS DE IDA Y VUELTA.(9). LOS PUEBLOS CARACOL EN LA MIRADA DE GERMAN ARCINIEGAS.

No son raros los pequeños pueblos mediterráneos que han permanecido aislados en lo alto de un cerro hasta mediados del siglo veinte, conservando la fisonomía medieval en que se originaron.

En Andalucía los encontramos desde el este al oeste en lugares como Mojácar (Almería), Castellar de la Frontera (Cádiz) o Zufre (Huelva). Pero también los hay en otros países como Grecia o Italia.

A media hora de Roma se encuentra Montecielo o el pueblo caracol. Y le damos este nombre porque creció y se urbanizó adaptándose orgánicamente al caparazón rocoso en que se asienta.

El escritor colombiano Germán Arciniegas lo visitó (Italia, Guía para vagabundos, año 1957), antes de que el turismo masivo lo transformara, y nos dejó esta bella descripción:

En el tope del cerro, en ruinas, está el castillo arruinado del Señor feudal. Pero fue lo único que se desmoronó, la gente quedaron metidas entre las rocas.

A través de escaleras de caracol talladas en la piedra entramos en sus casitas de piedra. Unas son redondas, otras cuadradas, otras tienen torres, según el gusto de cada uno.

En sus fachadas, en vez de blasones tienen anagramas de Jesús y la Virgen Santísima. Lo más precioso son los empedrados en forma de circunferencia que les dan entrada. Adoquines cuadraditos y blancos, idénticos, como de tapicería. Parece que como las mujeres daban puntadas para hacer bordados, los hombres debían poner las piedras con el mismo primor. Las calles parecen cataratas de encaje. Donde hay un pequeño hueco en la calle hay flores. Geranios y claveles.

La vida del pueblo está anclada siglos atrás. Los hombres bajan diariamente con sus mulas a las minas de travertino que hay en el llano, y en las horas de labor sólo quedan viejos, mujeres y niños.

En la entrada del pueblo hay un Belvedere o mirador, con su baranda abierta al Valle y las campiñas cercanas. Los viejos están sentados allí fumando y silenciosos, tanto que se oye el rumor de la fuente.

Dentro del pueblo hay un convento de monjas donde las jóvenes estudian bordado. Las niñas, al salir, van esparciendo por las calles un rosario de saludos “Bona Sera”, con todo el que se encuentran, y es casi el único sonido que se escucha”

No hay comentarios: